Mi familia materna tiene una relación muy cercana con el cine mexicano,
en especial con el primer cine sonoro y con la llamada época de oro del
cine nacional. Mi abuela María se apellidaba Ruelas Santana y era
originaria del pueblo de Autlán de la Grana, Jalisco. Su prima Maclovia
era la mamá de Enrique, José (Joselito), Emma, Roberto e Ismael
Rodríguez Ruelas. Exacto: los mismísimos hermanos Rodríguez. Los mismos
que introdujeron el cine sonoro en México y los mismos que descubrieron
nada menos que a Pedro Infante, posiblemente el mayor ídolo popular que
ha dado nuestro país en todos los ámbitos.
Contaba mi madre (hoy
su memoria lo ha olvidado) que cuando llegó a la Ciudad de México, a
finales de los años 30 del siglo pasado, ella y su hermana Raquel solían
acompañar a su primo Ismael Rodríguez a la estación radiofónica XEW,
para asistir a los programas “en vivo” que ahí se producían. En
realidad, la intención de Ismael no era la de ir como simple espectador,
sino la de descubrir talentos para las películas que él y sus hermanos
empezaban a producir. Fue en uno de esos programas, en un concurso de
cantantes, donde mi tío descubrió a Pedro Infante y le ofreció
convertirlo en actor. La historia que siguió todos los mexicanos (bueno,
no sé si también los millennials y la generación Z) nos la sabemos. Fue
de esa manera que mi mamá conoció en persona a Pedro, cuando éste
apenas hacía sus pininos. Ya después Infante filmaría con mis tíos
películas como Nosotros los pobres, Los tres García, Los tres
huastecos, Escuela de vagabundos, La oveja negra, A toda máquina
(en la que actúa mi tía Emma Rodríguez en el papel de doña Angustias, la
vecina de los dos motociclistas interpretados por Pedro Infante y Luis
Aguilar) y tantas más, dirigidas casi todas por Ismael y algunas por
Joselito. Hablando de mi tío Joselito, dos de sus hijos fueron actores:
Pepito y Titina Romay, quienes protagonizaron películas tan olvidables
como Pepito, as del volante o El misterio del Huracán Ramírez. Ni
hablar.
Además de convivir con sus primos Rodríguez, por el lado
de los Ruelas, mi mamá, Rebeca Michel Ruelas, también se llevaba muy
bien con otra prima del medio artístico, aunque esta era por parte de
los Michel: la eximia actriz Isabella Corona. Me cuenta mi hermana Myrna
que nuestra madre solía hablar muy impresionada de la cama giratoria
que Isabella tenía en su recámara y que le permitía, por ejemplo,
alcanzar el teléfono sin tener que moverse de su lugar, haciendo girar
mecánicamente su enorme lecho.
Otros parientes nuestros del medio
cinematográfico eran los Philips, ya que el camarógrafo canadiense Alex
Philips se casó con una prima de mi abuela de nombre Alicia Bolaños. Don
Alex fue director de fotografía de todo tipo de cintas, desde las
legendarias Santa (primera película sonora mexicana –sí, con el
sistema de sonido que trajeron mis tíos Rodríguez de los Estados
Unidos)– y La mujer del puerto hasta Robinson Crusoe de Luis Buñuel, Viento negro de Servando González y El castillo de la pureza de
Arturo Ripstein, entre muchísimas más. Su hijo, Alex Philips Jr.,
fallecido en 2007, fue sobrino de mi abuela María y primo segundo de mi
mamá. Mi tío Alex estuvo casado con la actriz Ofelia Medina, con la que
procreó un hijo y quien, coincidentemente, tuvo su debut estelar en el
cine en 1969, en la película Patsy, mi amor, dirigida por el cineasta
Manuel Michel…, también primo de mi mamá, seis años menor que ella. Poco
después, Ofelia se haría muy amiga de mi hermano, el cineasta Sergio
García, con quien también haría un par de películas en Super 8.
Por cierto, mencioné que mi abuelita María se apellidaba Ruelas Santana y
que nació en Autlán, Jalisco, el mismo lugar donde en los años 40 nació
el músico Carlos Santana, quien era su sobrino nieto y vendría a ser
algo así como mi primo segundo. Pues eso.
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